martes, 13 de diciembre de 2011

Tropezar tres veces no, sino cuatro con la misma piedra.

El ser humano, por naturaleza, tropieza dos veces con la misma piedra. Yo, debo de ser una mutación del ser humano porque tropece tres veces con la misma piedra. La primera, reconozco que mereció la pena tropezar, la segunda ya no tanto, pero la tercera, la tercera fue la caída mas ridícula de todas. Sabia perfectamente que esa piedra estaba frente a mi y yo corrí a toda ostia hacia ella pensando que conseguiría saltarla, pero como siempre, volví a caer, y como fue tal la velocidad a la que me precipite hacia esa piedra, la caída me dejo heridas, heridas de las que dejan cicatrices. Después de tantas veces que me había caído, esta tercera decidí quedarme en el suelo llorando como una niña pequeña, hasta que vino alguien que me dijo: ¿que haces en el suelo? Levántate anda. Y en ese momento me levante a duras penas, y aunque hoy en día siga recordando esa caída  ahora me doy cuenta de que me hizo una persona mas fuerte, de que me hizo saber para próxima que no es necesario correr hacia el obstáculo porque corres el riesgo de darte una ostia
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